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Día 8

Viernes 19: Cusco - Pisac – Ollantaytambo: 88 km

Nos esperaban pocos kilómetros pero plagados de hermosos paisajes.
Arrancamos el día con el propósito de concretar la compra de la entrada al parque, para lo que debíamos dirigirnos a unas oficinas, ya que la operación vía internet no se pudo realizar. La noche anterior nos habíamos asegurado un lugar en el costoso -y lujoso- Perurail que nos llevaría desde Ollantaytambo -donde dormiríamos- hasta Aguas Calientes o Machu Picchu pueblo. Sucede que no hay manera de llegar en auto hasta dicha localidad, por lo que quedan 2 alternativas. Una la mencionada, que elegimos por cuestión de tiempo, a pesar de ser bastante más cara.
La otra consiste en seguir con el auto hasta Santa María. Desde allí en transporte local (pueden ser esas combis características) hasta Santa Teresa, más precisamente hasta la estación de la Hidroeléctrica, desde donde hay que caminar unas 2 horas para llegar al pueblo. Es la alternativa barata pero que insume más tiempo y si se anda con las horas contadas, hay que optar por la primera. Los pasajes ida y vuelta de ambos costaron u$s 240. Demasiado para un trayecto de apenas 43 km que demora una hora y media a la ida (en bajada) y dos al regreso (en subida).

Ya con la reserva para ingresar al parque hecha por internet, restaba ir a buscar la entrada a la oficina mencionada. Hay un cupo diario para ingresar al parque de 2500 personas. La noche anterior figuraba un remanente de 350 personas, pero a la mañana quedaban poco más de 100, por lo que había que apurarse para no quedar afuera, teniendo en cuenta que el costoso pasaje en tren para el día siguiente ya estaba comprado.
Cabe aclarar que cuando uno viaja en auto es arriesgado comprar ambas cosas (pasaje en tren y entrada) con mucha anticipación por los imponderables que pueden surgir durante tantos kilómetros. Una simple pinchadura de neumático puede correr todo el cronograma y dejar inútiles los pasajes comprados de antemano.
Por eso hasta no estar allí no quisimos comprar nada -siendo tan caro duele perderlo- con anticipación.
Cuando consulté en el Hostel a la mujer que atendía a la mañana por la oficina buscada, me respondió con muy mala actitud que ya no había cupo para ingresar, que no me gaste. Le dije que tenía reserva y que aun quedaban lugar para más de 100. Le pregunté si se podía pagar con tarjeta de crédito en esa oficina y me dijo que no, sólo efectivo. Por suerte, nada de eso pasó y conseguimos nuestra entrada, la cual abonamos con tarjeta.
La mala onda de la empleada continuó cuando al hacer el check out pretendió cobrarnos aparte el estacionamiento que claramente en la reserva que hicimos por Booking.com se ofrecía incluido. Luego de plantarme y hacer valer mis dotes de abogado, desistió de tal propósito.
Panorámica Cusco
A esta altura del viaje ya percibimos una sensación que se profundizó con el transcurso de los días. Notamos que todo el mundo quiere obtener una ventaja, un provecho, sacarnos plata, cuanta más mejor. La sensación es que si nos pasa algo, sea un inconveniente mecánico o problema de salud, no recibiremos ayuda a no ser que “paguemos” por ello. Obvio que no me refiero a que venga un mecánico o médico a atendernos gratis sino a la colaboración solidaria que uno puede esperar del tipo remolque o traslado hasta un lugar de atención. La impresión es que harían eso sólo si se les da dinero a cambio, pero no impulsados por una actitud solidaria.
Nos sentimos que si nos pasa algo, estamos en la lona.
El ombligo del mundo Inka
La actitud de la empleada del Hostel no fue aislada. Preguntamos en diferentes estaciones de servicio si conocían alguna donde vendan 95 octanos y nos afirmaron que no había ninguna en Cusco. Desde ya que también era mentira, ya que al menos una lo hacía. No sabemos si la respuesta era por ignorancia o por desprecio. Nos desilucionó percibir discriminación por ser Argentinos. No al punto de hacernos las víctimas,  ni mucho menos, pero lo cierto es que al ver la patente la actitud era negativa hacia nosotros.
Claro que no todos son así. Nos topamos con gente super amable, cordial, bien predispuesta, pero a rigor de verdad, eran los menos.
 
monumento al Inka Pachacutec
Cusco histórico y actual detrás
Marcamos en el GPS la ubicación de esa Repsol que vendía “Premium” de 95 octanos, llenamos el tanque e iniciamos el recorrido que consistió en una recorrida a pie por el bellísimo centro histórico de Cusco. La Plaza de Armas es un lugar mágico, se respira historia. Estábamos ni más ni menos que en el centro del Imperio Inka! El ombligo del mundo, como lo consideraban ellos.
hermosas y baratas artesanías
Inka de Oro y Argentino de carne y hueso
Hicimos un poco de “Shoping”. De hecho, los mejores precios para comprar zapatillas autóctonas (hermosas), y demás indumentaria, de todo el viaje fue Cusco. Más barato incluso que Bolivia.
Luego de ello partimos rumbo a Pisac y sus ruinas. El Valle Sagrado es imponente. Colorido, rodeado de altas y verdosas montañas. No hay que olvidar que este tramo del viaje roza el bioma de la Selva Amazónica. Por suerte nada de mosquitos ni bicho raro, lo cual debe tener que ver con la época del año y, claro está, tampoco estábamos en plena selva sino en uno de sus extremos.
hermosa Plaza de Armas de Cusco
Pisac
Los pueblitos de ese trayecto (entre los que se destacan Pisac y Urubamba) son pintorescos. No adolecen de los defectos que apreciamos en las grandes ciudades o en los otros “no turísticos” que bordean la ruta, donde ni luminarias públicas hay. Abundan las mototaxis y aparecen combis más modernas que trasladan turistas desde Cusco hasta Ollantaytambo, lugar al que arribamos a media tarde y nos provocó una muy agradable sensación. La cercanía con nuestro destino estrella era cada vez mayor.

Valle Sagrado


Hermosos valles camino a Pisac
 
plaza Ollantaytambo
Desde la plaza del diminuto pueblo se aprecian terrazas de cultivo, ya que -vale aclarar- no sólo en Machu Picchu existen ruinas sino que a lo largo de todo el Valle Sagrado se observan este tipo de construcciones precolombinas.
Nos encontramos con 2 parejas de “rodanteros” con quienes nos colgamos hablando por más de una hora que venían haciendo el recorrido inverso que nosotros, pero mismo viaje al fin, pero con casilla rodante! Ídolos.

Cenamos una rica pizza, dejamos el Fluence en un garaje (donde quedaría esa noche y la siguiente mientras nosotros iríamos a la ciudadela) y a dormir en el dignísimo Hostel Chaska Wasi.
Lo que durante el día no molestó, de noche regresó: si, la "titifiebre" que me preocupaba sobremanera, ya que al día siguiente nos seguiríamos alejando de la civilización y mi preocupación era que si la cosa empeoraba ¿tendríamos donde atendernos?. Dormí poco y preocupado.

Cada foto se puede ampliar y ver en tamaño original al clickear en ella.

2 comentarios:

  1. Consulta estoy por viajar a machu picchu en auto, en que garage dejaste el auto en ollantaytambo?, gracias

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  2. El garage era el patio de una casa de una familia humilde, y el dato nos lo paso la gente del hostel donde nos alojamos, pero si preguntas en cualquier negocio de la plaza, seguro te ofrezcan varias alternativas donde dejar el auto. Este garage estaba a 3 cuadras de la plaza, en una esquina. Un saludo y buen viaje!

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