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Día 17

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Espero les guste.

Domingo 28: Rafaela – City Bell: 586 km

Feliz, recorriendo 8189 km!
Lo único que merece destacar de este tramo fue la densa niebla que nos acompañó desde que nos despertamos (tipo 7:00 AM) hasta casi las 10 horas, por lo que se hizo lenta la marcha. Fuera de eso, nada nuevo, salvo que traté en todos estos días de grabar en mi memoria el ingreso a La Paz. Uno suele andar por Capital y alrededores, pero luego de esta experiencia, y con el recuerdo tan marcado, el ingreso a Buenos Aires por acceso norte me llamó mucho la atención. No hay nada que se le parezca en los 8189 km que recorrimos. Es muy bueno poder conocer para poder opinar. Argentina está de pie. Se nota al recorrer sus rutas. No todos los países pueden decir lo mismo. Y no me refiero sólo a Capital Federal y el GBA sino a cualquier ciudad del país. Se percibe "civilización", presencia del Estado, infraestructura, y sobre todo, viviendas dignas. La famosa "clase media" no existe en el resto de Latinoamérica. O se tiene mucha plata (muy pocos) o se vive con menos de lo mínimo. Aquí existe una masa de habitantes que vivimos mucho mejor que en el resto del continente (salvo los 2 países del extremo norte). Incluso los sectores carenciados aquí tienen contención. Algunos los llaman "planes descansar", otros lo vemos como la oportunidad que los excluidos, tengan un plato de comida en su mesa. Y eso no es poco. Recorran y luego opinen.
Y no me vengan con el “modelo” Chileno. Quien dice eso, habla desde el desconocimiento. A lo sumo si fue a dicho país, habrá recorrido los barrios chetos de Santiago o quizá Viña del Mar o Pucón, pero aun así, comparar ese país con el nuestro es desconocer más allá de un radio de 15 cuadras y no saber -por ejemplo- que no hay universidades públicas, ni hospitales gratuitos para TODOS, y menos del nivel de los nuestros.
Deslumbrarse por las rutas chilenas, es lo mismo que pasó con San Luis (territorio pequeño si los hay) que allá por los 90 hicieron un segundo carril que jamás volvieron a mantener, al punto que cuando uno viaja por Córdoba o Mendoza e ingresa en dicha provincia, debe aminorar la marcha para no romper todo el auto.
Chile, si bien tiene rutas impecables, no tiene planes de viviendas, ni -como dije- universidades ni la contención social que hay acá. Invito a que realmente lo recorran para eventualmente debatir sobre el tema.

Perú y Bolivia están años luz atrás. Tienen sus riquezas (caso del gas) pero dicho recurso no es aprovechado por la población que se asombra cuando narra que “algunas” casas de Lima (la capital) tienen ¡gas por caños! (gas por red).

Valoremos lo que tenemos, sepamos en qué sitio del planeta vivimos y comparemos luego de tener un amplio panorama del contexto. Es mi humilde opinión.

Fin del viaje. ¡Hasta la próxima!

Día 16

Sábado 27: Humahuaca – Tilcara – Rafaela: 1105 km




artesanías en Uquía
A media mañana salimos, seguimos disfrutando de la bellísima Quebrada, escala en Uquía y luego en Tilcara, donde visitamos el Pucará -que no había conocido en mi viaje de 2005-.
Huacalera
Colorida Quebrada




Titi en el Pucará
Vista desde el Pucará
Tilcara
Los Amarillos, Huacalera

Vista desde el Pucará de Tilcara

Pasado el mediodía ya nos tocaba el largo tramo de regreso, sin escalas turísticas, pues era recorrido ya realizado a la ida.
Cementerio Maimará rodeado de colores
Un rato antes de Güemes, la válvula de ajuste de presión de la Pocha (su nariz), empezó a sangrar, bastante. Tuve que detener en la banquina para que pueda bajar del auto y escupir semejante cantidad. Es que habíamos bajado desde los casi 3000 a los 800, altura en la que no estábamos hacía más de una semana y las diferencias de presión, en el titiorganismo se hacen notar.
La idea era hacer noche en Santiago del Estero, pero cuando averiguamos los precios de los alojamientos, desistimos. Pagar $1000 sólo para dormir una horas no tiene sentido, por lo que decidimos seguir (era temprano aun, las 19 hs) hasta donde nos diera sueño y descansar unas horas en el auto. Si habíamos podido pernoctar en la frontera, no habría impedimento para que lo hagamos nuevamente.

Fue así que llegando a Rafaela cerca de la medianoche nos dio sueño y dormimos rodeados de camioneros en una YPF de las afueras.

Cada foto se puede ampliar y ver en tamaño original al clickear en ella.

Día 15

Viernes 26: La Quiaca – Humahuaca: 158 km

Con la sangre en el ojo por no haber podido negociar con una boliviana el precio de un GPS, volvimos por más.
Dejamos el auto del lado argentino y caminando, sin hacer trámite alguno, estábamos nuevamente en Villazón, prestos a gastar los pocos bolivianos que nos quedaban.
Convencidos que convenía pagar directamente en u$s (ellos cotizan 1 u$s = 8,9 $ Arg., igual o peor que el blue, pero algo que venden a 980$, lo pagué 105 u$s), volvimos al auto a buscar dicha moneda. Pasar es como Pancho por su casa, no se hacen trámites. Claro que si lo hacés con el auto, la cosa cambia.
3 horas recorriendo y conseguimos un celular Coreano (no Chino) de muy buena calidad, imitación de Samsung 9500, con excelente touch y Android verdadero, encargado por la menor. Lo probamos y lo trajimos (liberado obvio) por 80 u$s. También me traje un Garmin Nuvi 1300 por u$s 105.
Al regreso, la Pocha lo llevaba en una bolsita en la mano, sin actitud de ocultamiento alguna, veníamos pasando detrás de una fila india, el de AFIP la mira y ella le dice: llevo un GPS (nadie le preguntó nada). “Lo va a tener que declarar” dijo.
Maldición. Nos mandó a una fila de 10 personas pero que no avanzaba. Atendía una sola y demoraba siglos con cada uno. El bien estaba dentro del cupo que es posible gastar, ese no era el problema, sino que pasaba cualquiera con bultos enormes y no les revisaban nada.
Me quejé con el pibe de AFIP. Le dije:
-A mi me mandás a declarar y estos pasan cualquier cosa.
-¿Quiénes? Responde
-¿Me estás cargando? Todos los que en tus narices llevan bultos al hombro o bolsos. Respondí
-Ah, pero son de por acá, dijo el caradura.
-Perfecto, entonces ellos pueden traficar hasta merca que vos no decís nada, en cambio a mi que tengo cara de foráneo me rompés las pelotas.
Al quedar en evidencia, empezó a revisar a los que pasaban, haciéndose el equitativo.
No contento, esperé la oportunidad que se distraiga con un auto al que tuvo que controlar con más detalle, tomé la bolsita y encaré el paso, sin que nadie siquiera se percate. La Pocha, al no cargar más “contrabando”, hizo lo propio. Nos ahorramos 45 minutos de espera.

de más cerca
Espinazo del Diablo
Pocos kilómetros para disfrutar los imponentes paisajes de la Quebrada de Humahuaca, comenzando con El Espinazo del Diablo en Tres Cruces, para culminar el tramo con el Hornocal (no se si lleva H, creo que si) cerca de Humahuaca, donde llegamos temprano con la idea de pasear un poco y seguir hasta Tilcara donde pensábamos dormir.


Más de la Quebrada de Humahuaca

Hornocal, desde la ruta



Pero como nos gustó el lugar y pudimos relajarnos sabiendo que cualquier problema mecánico sería cubierto por el seguro/garantía y que no teníamos que hacernos más mala sangre con el cambio de moneda, decidimos registrarnos en un Hostel, y disfrutar la tarde allí.
hermosa Humahuaca

Más turístico que en 2005

Muy ricas y baratas las empanadas norteñas, igual que 8 años atrás.

Cada foto se puede ampliar y ver en tamaño original al clickear en ella.

Día 14

Jueves 25: Uyuni pueblo – Potosí – La Quiaca:  554 km

Emprendimos el regreso por la misma ruta, ya que si bien hay una vía mucho más corta que va desde Uyuni a Tupiza, es de ripio y se puede tardar el triple, por lo que optamos por lo seguro que implicaba subir hasta Potosí y desde allí todo por la nueva ruta asfaltada hasta el límite con Argentina.
Nos quedaba un último reabastecimiento de combustible. Calculé que unos 23 litros sobrarían hasta pisar suelo argentino, los mínimos necesarios para no seguir dando de comer “polenta” al Fluence, acostumbrado a comer caviar (84 octanos frente a 97).
Al poner en marcha, por tercera vez el error en el tablero: “revise los inyectores, bla bla bla.”.
a pesar de ñañas momentáneas, se la bancó de 10
Como en las 2 anteriores, no aceleraba, apenas se ponía en marcha. Ya recontra fastidiados, restaba esperar la evolución del problema. Debido a que estábamos a más de 4000 metros, no era sorpresa, aunque dada la paupérrima calidad de las naftas, a pesar de haberla “mejorado” con el aditivo elevador de octanaje, la duda acerca de si realmente se habían jodido los inyectores estaba.
Dejamos el auto en la gasolinera (repito que no llegan a ser estaciones de servicio), en busca de un lubricentro o lugar que venda otro aditivo. Compramos un “limpiainyectores”, aunque si el daño estaba hecho, sería tarde.
Por suerte luego de media hora arrancó y aceleró, como las veces anteriores, por lo que emprendimos el regreso. Esa misma tarde teníamos que estar en suelo argentino. El mensaje de error desapareció en La Quiaca. Evidentemente es un problema de los sensores que cuando detectan menos oxígeno (por la altura) suponen que el filtro está tapado y el aire no pasa. En realidad, si pasa, pero hay menos! Sensibles por demás.


animales a granel pasean x la Panamericana
la ruta se transformó en una feria!
El viaje se desarrolló sin mayores contratiempos, a no ser por lo llamativo que resulta cruzarse en la ruta con cualquier sorpresa, a saber: procesiones religiosas, cualquier tipo de animal suelto (llamas, vacas, ovejas, etc.), camiones detenidos en medio de la calzada (si, es cierto, no hay banquinas, pero improvisalas hermano!, cualquier cosa menos detenerse en medio de la cinta asfáltica y menos sin advertir para nada el obstáculo), adolescentes acostados charlando SOBRE el asfalto, bicicletas sin luz, gente caminando y hasta un verdadero mercado o feria de “trueque” y venta apostada EN la ruta, al punto que de golpe, de venir en medio de la nada aparece un poblado cuyo predio ferial es ni más ni menos que la “Panamericana”
Panamericana a pleno
más animales que autos en la ruta
Entiendo que hasta hace poco era de ripio y no pasaba casi nadie, pero ahora es una vía más transitada, a otras velocidades y deberían adaptar sus conductas a la nueva coyuntura, ya que, por ejemplo, los muchachos que eligen ese lugar para jugar cartas o charlar, corren serio riesgo de vida.
De más está decir que los varios metros que ocupa el “mercado” se transita más lento que paso de hombre ya que hay que ir abriéndose camino entre la multitud para no llevare puesto alguno.
Normalmente paseábamos crucereando a 110/120 km/h pero por momentos íbamos más rápido, como puede apreciarse en el video, aunque el extremadamente silencioso motor del auto disimula la velocidad real del tramo, que supera largamente los 150 km/h. Lo único que delata dicha circunstancia es el chirrido de las cubiertas en una de las curvas jeje.
La llegada a Villazón significó para mi estar en tierra conocida. 8 años atrás estuve allí cuando crucé a pie desde La Quiaca para comprar algunas cositas.
Cerca de Tupiza
Ese gran mercado ya no presenta las mismas oportunidades económicas que antes pues los precios no son tan convenientes. Los electrónicos valen lo mismo que en Argentina. Los celulares originales liberados, también, quizá un poquito -apenas- menos. Si hay mucha oferta de cosa china, pero en general de baja calidad. Esas salen 2 mangos pero también su calidad no da para más.

Sólo si uno cambió u$s a precio oficial puede convenir una compra directamente con esa moneda, aunque de la misma forma, si se vendiesen esos verdes a valor blue, se obtendrían los pesos necesarios para comprar el mismo producto por el valor equivalente, por lo que no vayan esperando llenarse el baúl con oportunidades.
Mantas y artesanías son baratas, pero si van a seguir viaje, nos pareció Cusco el mejor lugar para adquirir mercaderías. Lo único donde hay diferencia importante en precio son las máquinas de fotos, aunque no en todos los modelos.
Ya de noche cruzamos aduana, trámite rápido y el de AFIP (que revisa autos) no se puso para nada pesado, si hubiésemos querido traernos muchos “juguetes”, podríamos haberlo hecho pues casi ni revisó.

Cruzar esa línea fronteriza desnuda las abismales diferencias que hay entre ambos países. Ya nomas tener a 150 metros un ACA lo confirma. Poder ir a un baño, limpiar el parabrisas de bichos, poner nafta de verdad y comprar una gaseosa en el mismo lugar, representa una “aventura” que no pudimos hacer ni en Bolivia ni en Perú.
Luego, ver calles anchas con veredas, asfaltadas, luminarias públicas a granel, plazas, casas terminadas, escuelas, etc. termina por confirmar la sensación y eso que La Quiaca no es La Recoleta, precisamente.

Lindo alojamiento, riquísima cena en un bodegón y a descansar, por fin, en nuestra amada y entrañable patria! 

Cada foto se puede ampliar y ver en tamaño original al clickear en ella.

Día 13

Miércoles 24: Potosí - Salar de Uyuni – Uyuni pueblo: 269 km

Empezamos el día con un primer objetivo: cargar nafta. Uds. dirán porqué narrar una cosa tan intrascendente, pero cuando vengan a Bolivia en auto se darán cuenta de la odisea en que puede transformarse algo tan simple. Primero encontrar un lugar serio donde hacerlo y segundo, en nuestro caso, no sentenciar a muerte al convaleciente embrague, sometiéndolo a los embotellamientos en pendientes muy pronunciadas.
Por ello, dejamos el auto en la cochera, salimos a cambiar algo de dinero y a buscar la gasolinera a pie. Un cordial poblador nos llevo a una YPFB (igual que acá pero boliviana), donde negocié con el playero cuánto me cobraría la nafta (que sólo es de 84 octanos). El precio pactado fue 7 bolivianos el litro, caro, para la calidad que venden pero menos que los 9,11 oficiales. Claro que son ventas sin factura y en negro, por lo que la diferencia queda para los playeros.
Fuimos en busca del auto, previo comprar un saquito de alpaca a cada uno de nuestros hijos, uno de los cuales estaba de viaje de egresados, en tanto la otra vacacionaba con abuelos paternos.
paisajes camino a Uyuni
casas de adobe y paja
Reabastecimos y al mediodía partimos rumbo a Uyuni. Hermosos y variados paisajes acompañan la flamante ruta de asfalto, inaugurada en diciembre de 2012. Parando a sacar fotos, en menos de 3 horas estábamos en el pueblo. Encontramos alojamiento en el Hotel La Predilecta, que por 10 bolivianos más, ofrecía cochera a un par de cuadras, ya que nos recomendaron no dejar el auto en la calle.

el paisaje cambia cada 30 km
Nos dijo el encargado que teníamos tiempo para ir al Salar, ya que nuestra intención no era atravesarlo sino tan sólo adentrarnos unos kilómetros, por lo que sin apuro encaramos los 20 km de ripio hasta el paraje Colchane y de allí 14 km más hacia el oeste hasta llegar al primer hotel de Sal del mundo, el “Playa Blanca”, hoy abandonado, aunque funciona un buffetcito con mini museo incluido, situado en pleno mar de sal, a 10 km de su límite oriental.

Salar de Uyuni
asoma el mar de sal
Es fantástico ver un horizonte totalmente blanco y absolutamente llano que se extiende por 130 km. Si bien se puede seguir avanzando en esa pista que por momentos parece de hielo, nos bastó con el punto alcanzado, teniendo en cuenta que en menos de una hora se iría el sol y los 20 km de ripio de regreso no están bien delimitados y con el polvo que levantan las Toyota Land Cruiser que transportan turistas no es difícil perderse.
en el 1° Hotel de Sal, hoy cerrado

impecable, hasta en los lugares más inhóspitos
En consecuencia, previo visitar los 2 bellísimos hoteles (Hostal de Sal, hecho hace 4 años y el Palacio de Sal que ya cuenta con más de 10 ambos sobre el límite exterior del Salar, ya que no permiten más construir dentro del mismo, pues llevar los servicios deteriora el entorno) emprendimos el regreso, justo cuando bajaba el sol.
Es notorio el rápido descenso de la temperatura cuando eso sucede, al punto que cuando fui a llevar el auto a la cochera, tipo 19 hs., ya hacía -1 grado.
Nuevo Hotel de Sal

 Caminamos 4 cuadras para buscar un lugar donde cenar, lo cual hicimos en un sitio bien autóctono rodeados de gente lugareña. Comimos 2 porciones de vacío a la parrilla (comible, pero para nada superior a la carne argentina), con arroz, papas fritas y ensalada, más una gaseosa de litro por 55 bolivianos.

sobre el borde exterior del Salar



El regreso a pie fue tremendo. El frío era intensísimo, no teníamos el termómetro del Fluence, pero apuesto plata que oscilaba entre -10 y -15 grados. Por algo un lugareño me dijo: cuál es el colmo de un Uyunino -o como se llamen los habitantes de ese pueblo-? Comprarse un refrigerador.
La habitación carecía de calefacción (paradojas del país con mayor reserva de gas del mundo en el que cuesta encontrar un radiador que no sea eléctrico!). Era lo mismo que dormir afuera pero sin viento. Sólo las pesadísimas frazadas que en cantidad proporcionan permitió que nos durmamos, con el polar puesto claro.

Cada foto se puede ampliar y ver en tamaño original al clickear en ella.

Día 12

Martes 23: La Paz – Potosí: 540 km

Más estratega que jugador de TEG, diagramé un plan para evitar terminar de quemar el embrague y tener que quedarnos a vivir en La Paz.
La idea era dirigirnos a la zona “baja” de la ciudad (evitando los embotellamientos en subidas pronunciadas), cargar nafta y esperar paseando y boludeando que se hagan las 21:00 horas para poder atravesar esas calles cuando el tránsito fuese menor. El problema no era subir los 800 metros de desnivel sino tener que hacerlo metiendo primera cada 20 segundos estando tan inclinados. Había que preservar lo que quedaba de embrague.
Así, nos dirigimos al Microdistrito Centro donde aparentaban estar las mejores gasolineras, alguna de las cuales trabajaría con tarjeta, supuse.
Sin embargo, sólo nafta de 84 octanos y encima, no vendían combustible a patentes extranjeras. Es que Bolivia tiene su combustible subsidiado pero sólo para los locales, pues los extranjeros tenemos que pagarla casi el triple. Los 3,78 $ Bolivianos se elevan a 9,11$ para las patentes extrazona. Pregunté si existían 90 octanos y me dijeron que en el Automóvil Club Boliviano se vendía esa nafta.
Nos dirigimos entonces hacia la coqueta zona de Calacoto en la zona rica de la ciudad, que por suerte queda más abajo aun, donde conseguimos la preciada “Premium” de 90 octanos, la cual pudimos también pagar con tarjeta.
Mientras cargaba, el playero dijo:
-Tenés patente argentina…
-¿Y? Pregunté.
-Dame una patente boliviana, dame una patente boliviana. Repetía.
Miré a mi alrededor y le pase el número de la primer chapa que se cruzó. La ingresó en el sistema y dijo que estaba bien, pero que “lo tenía que reconocer”.
Rápidamente me di cuenta que quería una propina, por lo que saqué 20 bolivianos pero dijo “no, dame 30”.
Aún así, al pagar a precio oficial, me ahorré más de $100. De manera que la medida del gobierno local termina beneficiando a los playeros que se quedan con la diferencia cuando le cargan a extranjeros.
Paseamos un rato y nos fuimos a un Burger King para ir matando las 9 horas que faltaban hasta el momento en que las calles se liberen y podamos subir sin exigir al herido embrague.
Con cara de resignación, la Pocha me pregunta ¿No hay otra manera de salir? Aprovechando el WiFi del lugar, probé con el Google Navigation del celular y ¡Eureka! Mostró una ruta alternativa que el Garmin desconocía, que evitaba subir por la zona del caos. Cual presos que recuperaban su libertad, dejamos la gaseosa a medio terminar y salimos disparados al auto como si el camino fuese a desaparecer en los próximos 30 segundos.
Vista al salir de La Paz desde Calacoto
Con leve tránsito, recorrimos esa especie de acceso no céntrico que bordeaba un par de barrios cerrados de La Paz y el campo de golf cuyo perímetro impide ver hacia el interior, hasta que empalmamos la RN1 que va a Potosí, nuevamente a 4.080 metros de altura.

Casa con pisos abajo o edificio con Pent House?
Muy llamativo y particularísimo estilo arquitectónico de algunos edificios de las afueras de La Paz, en muchos de los cuales se observan "casas" en el último piso, una vuelta de rosca a lo que conocemos como Pent House.
primero me hago la casa...
Aprendan arquitectos!
este le puso mucha onda









Ya en ruta, en un tramo de bastante soledad, de golpe vi un auto al costado del camino, por lo que disminuí la marcha justo antes que 4 sujetos “salten” literalmente a la ruta haciéndome señas que me detenga.
-Iba a exceso de velocidad. Dijo el poli.
-¿A cuánto? Pregunté,
-108 km/h. ¿Quiere ver el radar?
No era tan grave, teniendo en cuenta que venía a 150 km/h justo antes de frenar, lo cual hubiese implicado una infracción más grosera.
paisajes entre La Paz y Oruro
-No, está bien. Contesté y añadí: Suelo circular a esa velocidad (mentiroso como buen abogado), que es la reglamentaria en mi país. ¿Cuánto es la máxima aquí?
-80 km/h, respondió. ¿No vió “EL” cartel que está a la salida de uno de los peajes?
La verdad que no había visto nada que indique cual era la máxima en ruta y aparentemente había una sola indicación en todo el camino. De todos modos es una máxima absurda e imposible de respetar.
-Ok. ¿Cómo arreglamos? Pregunté resignado.
La joda me salió 100 bolivianos. Supuestamente la multa era 200 e implicaba ir, pagarla y volver. Por esa cifra todos quedamos conformes. Tercer y última coima del viaje, aunque ésta fue donde más culpa tuve y si bien todos venían a más de 100, la ligué yo. Tampoco puedo decir que fue una persecución por ser argentino ya que cuando me hacían señas aun no veían mi patente. Al menos eso creo…

Llanura a +4000 msnm
El altiplano boliviano presenta amplios tramos totalmente planos. De un lado de la ruta se aprecian altas cumbres nevadas, pero del otro se observa una llanura amplísima que si te descuidás te hace pensar que recorrés una meseta de la Patagonia a escasos metros de altura. Claro que cuando volvés en sí te percatás que lo hacés a más de 4.000 metros! Alucinante.

atardecer en el altiplano
Bordeamos Oruro por una circunvalación, pasamos varios peajes de los normales (sin cadenita) y superamos numerosos controles policiales para arribar a Potosí cerca de las 21 horas.

Nos alojamos en el Hotel Tukos que tiene cochera. Cenamos en el Pub 4060 (en alusión a su altura sobre el nivel del mar) y fuimos a descansar a medianoche.


Cada foto se puede ampliar y ver en tamaño original al clickear en ella.

Día 11

Lunes 22: Frontera – Copacabana – Isla del Sol – La Paz: 194 km

La distancia mencionada incluye el paseo de 33 km (ida y vuelta, primer tramo en ripio de todo el viaje) que hicimos hasta el extremo de la península, que se encuentra a apenas 1 km de la Isla del Sol.

Dormimos/amanecimos en la frontera
Pernoctar en el auto no fue tan grave. La copilota se acomodó a lo largo en el asiento trasero, claro que debía doblar las titirodillas para entrar, en tanto que yo hice lo propio reclinando a tope la butaca del acompañante. De esa forma pasamos la noche con bastante dignidad, tapados con las mantas compradas en Perú. El frío me despertaba cada hora por lo que debía poner en marcha el motor para que funcione la calefacción durante un rato. De esa forma lograba climatizar el “monoambiente”, al menos por otra hora más.
En cada oportunidad que abría los ojos para hacer lo descripto, veía pasar alguno que otro que cruzaba la frontera a pie sin ser visto por las autoridades. Llegaban al límite en las taximotos, caminaban 300 metros y ya estaban en Bolivia. Del otro lado, hacían lo mismo.
Nosotros debimos aguardar hasta las 7:00 AM para comenzar los trámites migratorios. No es un paso muy transitado, así que no demoró mucho, salvo que el control para el auto abría recién a las 8:00. Durante la espera charlamos con una pareja de brasileros que venía desde el Mato Grosso, habiendo entrado por Bolivia y se iban para Cusco. Éramos los únicos 2 autos aguardando pasar.
8:10 AM y nada… Preguntamos y nos dicen: tenés que golpear. Uff… Lo hice y sale uno que dice:
-No hay sistema.
¡Mierda! Sólo faltaba que me sellen un papel para poder seguir viaje. Necesitábamos un baño, lavarnos los dientes y otras partes que no hace falta mencionar.
-¿Y cúanto puede demorar el asunto? Pregunté.
-No sé. A veces tarda horas en volver. Respondió el funcionario.
Ahh bueno… meados por los dinosaurios!
Muy cordialmente me acerqué y le dije:
-Maestro, vea, dormimos en el auto y necesitamos cruzar para darnos un baño y demás. Ud. sería tan amable de anotar en un papel que pasamos y cuando vuelva el sistema lo carga en la compu?
Puso cara de complicado. La pensó y dijo:
-Está bien, lo voy a hacer, pero Ud. me tiene que dejar una propina.
Todo esto sin que yo pueda ver el monitor, para chequear que realmente no había sistema.
La necesidad tiene cara de hereje.
-Está bien maestro, voy a buscar los pocos soles que me quedan.
Junté 5 u$s marcados que tenía (resulta que los muy pillos cuando cambiás moneda te dan de cambio algún billete con un cortecito característico hecho con trincheta para después cuando vas con esos te dicen que están defectuosos y ante tu necesidad te los cambian pero por menos dinero. Otra pauta de lo ventajeros con pelotudeces que son que terminan por espantar al turista con tal de ganar unos centavos en lugar de conquistarlo para que regrese y deje más divisas) y 4 soles, hice un bollito y se los di.
Desde ya que no sería tan descarado de “rechazar” una coima por estar el billete marcado. Hermano, encima que pedís coima ¿te ponés pretensioso? No daba y lo aceptó sin chistar.

playa céntrica de Copacabana
Islas flotantes en el Titicaca
¡Por fin estábamos en Bolivia! Todas esas actitudes pelotudas de pretender sacarte ventaja ínfima cada vez que pueden (por ejemplo en los restaurantes salen a la calle para conquistar clientes, pero una vez dentro, las “promesas” hechas en la vereda se esfuman y aparece la “letra chica”: que se cobra comisión por el uso de tarjeta de crédito, que se cobra servicio de mesa -que no existe porque ni pan suelen dar- o cosas por el estilo), más esa falta de colaboración/solidaridad que mencioné antes y la obstinación en pararnos en cuanto control caminero había ni bien veían nuestra patente, hicieron que deseemos cambiar de aire, luego de una -en general- placentera y muy enriquecedora estadía en Perú.
Islita en medio del "mar" Titicaca
Con mucha cordialidad nos trataron en la aduana Boliviana.
Mientras hacíamos los trámites cae el brasilero, quien obviamente pudo pasar sin coimear a nadie, ya que -como supuse- el sistema siempre anduvo y el choto funcionario peruano aprovechó nuestra urgencia para hacerse con unos miserables 5 u$s marcados.
A poquitos kilómetros se arriba a Copacabana, localidad que baña sus costas en el Titicaca. No recuerdo si fue durante la noche o a la mañana, el error en el tablero del Fluence había desaparecido! Ni las titilolas ni la titifiebre estaban molestando, por lo que nuestros problemas se habían esfumado.
Playas del Titicaca, lado Bolivia
Ya de entrada se ve algo que caracterizó todo nuestro recorrido por Bolivia: construcciones de material, pero sin revoque. Apenas un puñado lo tiene. Algunas incluso hacen una planta alta arriba de paredes de adobe. Los más precavidos ponen columnas de hormigón, mientras que otros hacen la losa directo sobre las paredes de barro. Nos preguntamos si resistiría, hasta que vimos una que se había venido abajo. Es claro que no.
Copacabana
Ubicamos el Hotel Utama donde teníamos reserva para la noche anterior. Explicamos el percance que nos impidió dormir allí, el conserje entendió y manifestó no tener intenciones de cobrarnos, lo cual finalmente no sucedió luego de intercambiar un par de mails con la gente de Booking.com que muy cordialmente entendió que el acuerdo con la gente del hotel era ese.
También nos dijo que si teníamos vehículo nos convenía ir por nuestros propios medios a la península en cuestión, cosa que hicimos y pudimos así apreciar los bellísimos paisajes con el enorme lago de fondo.
Enfrente, la Isla del Sol
bellos paisajes camino a Isla del Sol
En dicho punto nos cobraban 120 bolivianos (que cambiando los soles que nos sobraron -que habíamos conseguido a 2,04$Arg.- representan $97, en tanto que si cambiás moneda Argentina en ese país apenas te dan 70 centavos por peso y en algunos casos menos, por lo que conviene hacer el cambio con soles o de última cambiar dólares, pero nunca pesos ya que te los tiran abajo). Dijimos que sí al paseo “corto”, pero mientas el tipo fue a preparar unas cosas nos dimos cuenta que no valía la pena y nos rajamos. El pobre aun nos debe estar buscando. Más interesante era la vuelta completa a toda la isla, pero costaba arriba de $200 y demoraba más tiempo del que queríamos dedicarle a dicha excursión. Ya nos habían roto bastante el trasero con las tarifas en Machu Picchu y empezábamos a cuidar más el mango, ya que no nos quedaba mucha moneda local y cambiar pesos, como dije, no conviene para nada. Tampoco quería deshacerme de los u$s sobrantes que traíamos desde Iquique.

peaje a la boliviana
Retomando la ruta, a escasos metros del pueblo nos topamos con una soguita/cadenita que atravesaba la calzada. Nos habían contado que ciertos peajes eran así y que debíamos bajarnos hasta una casilla donde se abonaba la tarifa.
Pocha se encargó de hacerlo. Al cabo de unos segundos sale y con cara de delincuente, baja ella misma la soguita y me dice:
-Dale, dale! Pasá.
Lo hago, vuelve a colocar el cordel y se sube.
-Vamos, dice.
Pensé que había asesinado al cobrador. Pero no. Resulta que le pregunta a uno:
-Vengo a pagar el peaje. ¿Cuánto es?
-A consideración. Le responde uno.
-¿Cómo? La Pocha no entendía.
-Si, a voluntad. Responde el que estaba vestido de policía.
-Bueno, tome 2 bolivianos. ¿Me da el ticket? Reclama la contribuyente.
-No, el peaje es ahí, respondió el uniformado señalando al otro tipo que tenía a su lado.
-¿Cómo ahí? ¿Y que acabo de pagarte? Inquirió.
-Eso es una contribución, yo soy policía, el peaje se paga ahí.
-¡Pero yo no quiero contribuir nada! ¡Quiero pagar el peaje y nada más! Respondió ofuscada y desorientada la Titi. Comenzó a despotricar con que me coimean, me dan dos mangos por el cambio de moneda argentina y encima ¿tengo que contribuir? No, de ninguna manera, se plantó. Deme los 2 pesos que con eso pago el peaje.
Ahora el que no entendía nada era el cana, que tuvo que buscar del cajón la moneda y devolvérsela a Pocha que había montado en cólera.
Tan descarriada la habrá visto el cobrador del peaje que le dijo:
-Pase, pase, no hace falta que pague.
No es joda enfrentarse a la “titifuria”, los muchachos se volvieron mansitos y no quisieron entrar en mayores debates.

Bellezas a 4000 msnm
Continuamos el recorrido maravillados por los paisajes. Es muy llamativo ver las ondulaciones amarillentas hundirse en el intenso azul del Titicaca. Un fanático podría afirmar que ese azul y oro representan los colores del Xeneize. Del lado izquierdo, altas cumbres cubiertas de nieve brindan aun más espectacularidad al paisaje.
Cruzando el estrecho de Tiquina en balsa
De golpe se termina el camino. Hay que cruzar el estrecho Tiquina en balsa. El viento hizo demorar el asunto, ya que por precaución cuando sopla fuerte -como en el caso- no zarpan las precarias embarcaciones ya que no sería la primera vez que una sucumba llevándose consigo la carga transportada.


No sería la primera que se hunde...
Lago Titicaca
Al cabo de unos minutos nos tocó a nosotros. Dos autos por barca. ¡Se movía como un papel! El viento había amainado apenas, pero la maderita sobre la que estábamos parecía un Zamba. El dueño del otro auto era un poblador que estaba un tanto preocupado, así que cuando percibí esa sensación, me cagué hasta las patas! Si nos dábamos vuelta o hundíamos, a quién le reclamaría los daños? ¿Al dueño del bote, que era un laburante local cuya única pertenencia terminaría en el fondo del lago, junto a las nuestras?. Si pasaba algo, estábamos en el horno, pues la cobertura del seguro ‑tengo entendido- sólo cubre responsabilidad civil.
Entre San Pedro de Tiquina y La Paz
Por suerte llegamos a la orilla a salvo y pudimos seguir hasta la capital Boliviana, situada entre los 3270 msnm -en la zona baja- y los 4070 metros en la parte alta, que con más de 2.7 millones de habitantes se transformó en la más poblada del país, superando a Santa Cruz de la Sierra.

Llegando a La Paz por RN2
La RN2 se transforma en Av. Juan Pablo II
El ingreso a la misma fue lo más intenso/estresante que nos tocó vivir en todo el viaje. Siempre siguiendo las indicaciones del GPS, de golpe la vía de ingreso por el norte (Av. Juan Pablo II) se transforma en un mix entre avenida y peatonal, no porque esté señalizado o delimitado por sectores o previsto que así sea, sino porque empieza a haber gente caminando en medio de la calzada, pero no un par ¡sino cientos! Eso a la altura del “rulo” que hay a cuando se baja a la Av. 6 de Marzo.
Extrañisimo estilo arquitectónico
Desembocamos en lo que sería el barrio del Once de La Paz, más precisamente en “El Alto” (Franco Valle entre calles 1 a 5). No les miento si les digo que estuvimos 30/40 minutos para recorrer apenas 5 cuadras. El caos es ABSOLUTO. Los semáforos son un mero elemento decorativo. Cuando se pone verde, no se puede cruzar porque los peatones van y vienen de a miles. Cambia a rojo y aparecen menos peatones pero el de atrás toca bocina para que avances. Mirás a tu alrededor y los autos pasan, no uno, sino ¡todos los que pueden!
Por ahí divisamos un inspector de tránsito que parecía un réferi alocado tocando el pito todo el tiempo, sin saber ni el mismo que indicación dar.

¿Avenida o Peatonal?
Es que -pobre- es imposible pretender ordenar semejante anarquía. Creo que lo hacía para sentirse que no estaba cobrando el sueldo sin trabajar, pues sabía que NADIE le obedecería.
La ausencia de medios públicos de transporte (trenes, subtes, micros de corta o media distancia) hace que la población se desplace en las benditas combis que en La Paz parecen reproducirse de a millares.
Caos en la ciudad
Es tal el desorden que la gente se sube y baja de las mismas en cualquier punto de la calle, no sólo sobre la acera. Ello genera que en medio de la calle aparezca gente caminando, subiendo o bajando de esos transportes y hasta el simple peatón recorre la ciudad por la calzada, total si los demás lo hacen, ellos también. Sería incluso preferible que hubiese más autos particulares porque de esa forma no habría tanto transeúnte obstaculizando el tránsito.
Chola´s Shoping
Por ello, avanzar en auto sin atropellar a nadie ni rozar la carrocería con otro rodado es una prueba que ni Sebastian Loeb superaría fácilmente. El nivel de estrés que genera manejar por esas calles, donde los demás conductores creen que la regla es ir avanzando pegados a la bocina para que el resto se corra o les ceda el paso -todos lo hacen y si uno no hace lo mismo, envejece arriba del auto-, autoriza a pensar que nomás un par de semanas ahí y sos candidato puesto al ACV. Una locura. ¡Cómo extrañé el tránsito porteño, que parece Suiza comparado con este!.

Peatones por cualquier lado y mil combis!
Como pudimos, tomamos la corta autopista urbana que une El Alto con La Paz, la cual desemboca en lo que sería el centro bancario-administrativo de la ciudad, donde se encontraba nuestro alojamiento, el coqueto Hostal República.
Siempre a paso de hombre, estábamos a pocas cuadras de llegar cuando, gracias a las pronunciadas pendientes que obligan a forzar el embrague cada 3 metros al arrancar y frenar con el auto inclinado a unos 20 grados, empezó a salir un olor a quemado feo del Fluence.
Mucho ladrillo, poco revoque
Si… era el embrague que estaba en problemas. Tan intenso era el olor a goma que tuve que doblar donde sea para encontrar un “llano” donde estacionar. Caminando buscamos el albergue, que por suerte estaba cuesta abajo respecto a donde estacioné. Creo que un tiempo más saliendo en primera en esas condiciones y se rompía.
Nos acomodamos en la habitación y luego que el embrague se hubiera enfriado, procuré ir a cargar nafta. Mala idea. No podía salir de las callecitas inclinadas. Tuve que volver a dejar el auto estacionado y buscar a pie la forma de volver al Hostal esquivando pendientes. Luego de 45 minutos diagramé un recorrido menos inclinado para llegar, en zig-zag. Volví con el embrague más jodido que antes y sin haber podido reabastecer combustible.
Panorámica de La Paz
centro administrativo-bancario
El inconveniente en puerta no sólo nos privó de hacer la excursión programada a Coroico por la “Ruta de la muerte”, sino que me mandó a dormir con una gran preocupción: Cómo haríamos al día siguiente para cargar nafta y “salir” de La Paz, ya que el GPS indicaba que tenía que subir nuevamente a “El Alto” para tomar la ruta y ello ponía en riesgo la integridad del embrague, a menos que esperemos hasta pasadas las 21:00 horas cuando empezaba a despejarse el tránsito. Dormí bastante preocupado. La copilota, en cambio, pudo descansar mejor.

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